sábado, 20 de junio de 2009

Locura en un pueblo francés

El fantasma del lsd visitó a un pequeño pueblo francés en agosto de 1951


El 17 de agosto de 1951 se desató un capítulo de locura colectiva en un pueblecito francés a orillas del Ródano: Pont-Saint-Esprit. Centenares de habitantes de esta apacible aldea se vieron afectados por una serie de trastornos como “histerismo violento, convulsiones “demoníacas”, hiperactividad motriz, alucinaciones visuales, ilusiones sensoriales, delirios, euforia, crisis deprimentes, accesos de locura y tendencias suicidas”, según relata el investigador Juan Carlos Usó en el último número de la revista de viajes interiores Ulises.
Siete personas murieron y más de cincuenta fueron hospitalizadas en centros psiquiátricos de la región. ¿Qué desató este mal viaje colectivo?

Después de culpar “al agua, a las máquinas de batir, a potencias extranjeras, al diablo, a Stalin e incluso a las nacionalizaciones” los investigadores percibieron las semejanzas entre los síntomas de los aldeanos y “las epidemias de ergotismo que habían diezmado el solar europeo durante siglos”. El ergotismo es una enfermedad que se contagia al consumir pan infectado por el cornezuelo, el famoso parásito de los cereales que hace posible el LSD. En otras palabras, que sin estar prevenidos, los habitantes de Pont-Saint-Esprit participaron en una tremenda rave con sólo comer unas baguettes. Desde entonces en la región se recuerda el episodio como el del “pan maldito”.
Pero devolvamos la palabra a Usó, que relata así el elirio colectivo:

“Los informes de la época describen Pont-Saint-Esprit como una especie de círculo dantesco, donde había personas que aullaban, deambulaban aterrorizadas por las calles invadidas por el ulular de las sirenas de las ambulancias. La pesadilla alcanzó su punto álgido durante la noche del 24 de agosto que, más tarde sería descrita por el doctor Gavia como “mi noche del Apocalipsis”. El testimonio de otro médico, el doctor Fuller, acerca de aquella fatídica jornada resulta impactante: “Toda aquella noche, coches, carretas, todo tipo de medios de transporte trajeron al hospital a enfermos gimientos o aulladores, presa de visiones de violencia o de miedo”. Y también la mañana siguiente los afectados se sintieron “rodeados de llamas; los que se asomaron a las ventanas…fueron deslumbrados por visiones violentamente coloreadas…”

Ya sabéis, jóvenes, no os fiéis de los panaderos.


Articulo sacado de el blog Mundo insólito

1 comentario:

  1. valla con el panadero... tanto psicólogo tánto psicólogo, anfetamina y cabeza tranquila

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