Howard Robard Hughes (1905-1976)
Nació el 21 de octubre de 1905 en Houston (Texas, EUA) y, desde la más temprana niñez, vivió en un mundo de opulencia y de lujo. Su padre, un ingeniero petrolero muy creativo, se convirtió en millonario gracias a la invención de un taladro para extraer petróleo, un componente de las perforadoras utilizadas en los pozos de petróleo.
Su infancia, sin embargo, no fue feliz. Su padre era un hombre mujeriego y bebedor reconocido, más dedicado a sus negocios que a su hijo. Su madre, en cambio, era una mujer sobreproctectora que, preocupada por las enfermedades del hijo, lo tenía casi encerrado en casa, sin que apenas le permitiera relacionarse con otros niños. Creció, así, siendo un niño tímido y sin amigos ya que ni siquiera iba al colegio.
Justamente, su madre, una joven ama de casa tejana, que estaba obsesionada por la limpieza y la salud de su hijo, es la razón de que el pequeño Howard creciera con un miedo obsesivo contra los microbios y, en consecuencia, contra todas las enfermedades infecciosas. Todos los días lo bañaba con lejía y le obligaba a lavarse las manos a cada rato para protegerlo de los microbios. Además, le recitaba una larga letanía de todos los daños que causaban esos demonios microscópicos. No era infrecuente que, después de un estornudo del hijo, ella misma gestionara una urgente junta de médicos.
Todavía muy niño, Howard demostró ser una persona fuera de lo común: a los 11 años montó en la mansión paterna una emisora de radio con la que se ponía en contacto, en clave Morse, con los barcos que navegaban en el golfo de México. A los 12, construyó una bicicleta con motor, un telégrafo y un sistema de intercomunicación para el interior de su casa. De adolescente, como ya no le divertían los rompecabezas tradicionales, pidió a su padre que le comprara lujosos automóviles que desarmaba y, luego, los volvía a montar pieza por pieza. Dado su interés en la mecánica, cursó estudios en el Rice Institute of Technology de Houston y en el California Institute of Technology de Pasadena.
En 1921, cumplidos los 16 años, la madre de Howard murió debido a complicaciones por un segundo parto. Esto afectó mucho al padre, que trató de evadirse de los recuerdos saliendo con la mayor cantidad de mujeres posibles. El joven Howard, en cambio, intentó superar el trance refugiándose en las salas de cine, de donde procederá su interés posterior por la industria. Poco después, en 1924, un fulminante ataque cardiaco mató al padre, también llamado Howard. Fue entonces cuando Howard encontró una vieja carta de su madre dirigida a su padre, en la que le confirmaba que conocía sus aventuras extraconyugales y que, a pesar de todo, se las perdonaba, lo cual pudo influir, sin duda, en el comportamiento posterior del muchacho.
Muerto el padre, como aún era legalmente menor de edad (19 años), el muchacho no podía dirigir la empresa paterna, la Hughes Tool Company, a pesar de que había heredado el 75% de las acciones (el resto había sido asignado a sus tías, hermanas del ingeniero Hughes). Pero el pequeño Howard se las ingenió para asumir el control total de su imperio, accediendo a casarse sin amor con una mujer propuesta por sus tías.
A partir de entonces, llevó una vida de millonario interesado en diversos proyectos. En la década de los 20 se interesó por el cine. Así, en 1926, Hughes se trasladó a Hollywood, donde produjo Los Ángeles del infierno (1930) y Scarface, el terror del hampa (1932). Fue también responsable del lanzamiento de Jean Harlow y Paul Muni. Inició, además, una interminable serie de relaciones con multitud de mujeres de Hollywood, desde rutilantes estrellas hasta jovencitas desconocidas. Sus películas, por otro lado, le trajeron mil y un problemas con la censura, pues reflejaban una relajación en las costumbres sexuales poco aceptable para la época.
En la década de los 30 creó su propia compañía de aviones, la Hughes Aircraft Company, y se dedicó a batir él mismo varios récordes mundiales (había aprendido a volar a los 14 años). Así, en 1935, a los mandos de un avión diseñado por él mismo, Howard Hughes batió el récord de velocidad y, posteriormente, rebajó el tiempo de viaje de costa a costa de los Estados Unidos a 7 horas y 28 minutos. Posteriormente, en 1938, estableció un récord al dar la vuelta al mundo en menos de cuatro días, concretamente en 91h., 14m. Se convirtió, así, en el héroe americano por excelencia.
Estaba en el momento cumbre de su carrera. Vivía la vida que muchos querían para sí: era millonario, tenía relaciones con las mujeres más fascinantes del momento, era un héroe nacional. Se había convertido, además, en un reflejo de su padre: tenía éxito en sus empresas y conocía a muchas mujeres. Pero casi no tenía relaciones con ellas, era más bien un coleccionista de mujeres: mantenía a cientos de ellas, repartidas por la ciudad, en hoteles, casas, bungalows... Y eso a pesar de que estaba aquejado de una sordera que, con el paso del tiempo, se fue agudizando. Desde la década de los 40 empezó a tener, además, problemas de insomnio que no hicieron más que agudizarse progresivamente.
En 1948 compró las líneas aéreas TWA y la productora cinematográfica RKO, que estaba al borde de la quiebra y que se hundió definitivamente en sus manos. Volvió así a producir películas, actividad que había interrumpido para dedicarse a la aviación. Pero su obsesión por los detalles alargaba los rodajes mucho más de lo necesario. Su fama de excéntrico se agudizó. Invirtió también en la construcción y poseía importantes negocios inmobiliarios en Nevada, así como hoteles y casinos en ese mismo Estado.
De talante reservado, Hughes fue protagonista, a principios de los 50, de un sonado escándalo cuando se descubrió que su autobiografía, publicada en varios periódicos y revistas, era falsa y escrita sin su consentimiento. Se convirtió, pues, en el centro de numerosos rumores y leyendas. Por otra parte, los negocios empezaron a irle mal. Como accionista mayoritario de la empresa de aviación TWA, Hughes se enfrentó al comité antimonopolio, que falló en su contra. Por estos años, tenía ya una amplia red de espías que controlaban no sólo los movimientos de sus diversas amantes, sino también de sus socios y amigos.
Desde 1971, acusado en innumerables procesos judiciales, se autoexilió de los Estados Unidos. Durante los últimos años de su vida, y con el objetivo de pasar desapercibido, cambió de domicilio de forma incesante en innumerables ocasiones. Así, en 1971, se trasladó a Managua (Nicaragua), por cuestión de negocios y se hospedó en el Intercontinental. En él, alquiló el séptimo piso para él solo; y el sexto, con 26 habitaciones, y parte del octavo para sus empleados. Nunca salía de la habitación. Sentía asco de todo y, por eso mismo, dormía en una cámara de oxígeno. Según testimonio de los empleados del hotel, siempre lo acompañaban su médico, su enfermera y su chef. Nadie entraba a su habitación y sus acompañantes pasaban la ropa sucia y la basura abriendo apenas la puerta. Los recipientes que dejaban en el piso del corredor estaban llenos de algodones y jeringas. Andaba en silla de ruedas y cuando salía del hotel lo hacía por el área de servicio, tapado con una sábana blanca y en un carrito. Dejó Managua poco después del gran terremoto de 1972.
Acapulco fue su siguiente destino y uno de sus sitios favoritos. También pasaba mucho tiempo encerrado y rodeado de sus guardaespaldas. Se aisló por completo del mundo exterior en su escritorio, conservando su orina en innumerables botellas y dejándose crecer la barba y las uñas de una manera grotesca. Incluso se quedó a oscuras por temor a que la luz lo contaminara. Además, pesaba sólo 49 kilos, porque también para tomar los alimentos seguía ciertos rituales que le llevaban horas.
Nació el 21 de octubre de 1905 en Houston (Texas, EUA) y, desde la más temprana niñez, vivió en un mundo de opulencia y de lujo. Su padre, un ingeniero petrolero muy creativo, se convirtió en millonario gracias a la invención de un taladro para extraer petróleo, un componente de las perforadoras utilizadas en los pozos de petróleo.
Su infancia, sin embargo, no fue feliz. Su padre era un hombre mujeriego y bebedor reconocido, más dedicado a sus negocios que a su hijo. Su madre, en cambio, era una mujer sobreproctectora que, preocupada por las enfermedades del hijo, lo tenía casi encerrado en casa, sin que apenas le permitiera relacionarse con otros niños. Creció, así, siendo un niño tímido y sin amigos ya que ni siquiera iba al colegio.
Justamente, su madre, una joven ama de casa tejana, que estaba obsesionada por la limpieza y la salud de su hijo, es la razón de que el pequeño Howard creciera con un miedo obsesivo contra los microbios y, en consecuencia, contra todas las enfermedades infecciosas. Todos los días lo bañaba con lejía y le obligaba a lavarse las manos a cada rato para protegerlo de los microbios. Además, le recitaba una larga letanía de todos los daños que causaban esos demonios microscópicos. No era infrecuente que, después de un estornudo del hijo, ella misma gestionara una urgente junta de médicos.
Todavía muy niño, Howard demostró ser una persona fuera de lo común: a los 11 años montó en la mansión paterna una emisora de radio con la que se ponía en contacto, en clave Morse, con los barcos que navegaban en el golfo de México. A los 12, construyó una bicicleta con motor, un telégrafo y un sistema de intercomunicación para el interior de su casa. De adolescente, como ya no le divertían los rompecabezas tradicionales, pidió a su padre que le comprara lujosos automóviles que desarmaba y, luego, los volvía a montar pieza por pieza. Dado su interés en la mecánica, cursó estudios en el Rice Institute of Technology de Houston y en el California Institute of Technology de Pasadena.
En 1921, cumplidos los 16 años, la madre de Howard murió debido a complicaciones por un segundo parto. Esto afectó mucho al padre, que trató de evadirse de los recuerdos saliendo con la mayor cantidad de mujeres posibles. El joven Howard, en cambio, intentó superar el trance refugiándose en las salas de cine, de donde procederá su interés posterior por la industria. Poco después, en 1924, un fulminante ataque cardiaco mató al padre, también llamado Howard. Fue entonces cuando Howard encontró una vieja carta de su madre dirigida a su padre, en la que le confirmaba que conocía sus aventuras extraconyugales y que, a pesar de todo, se las perdonaba, lo cual pudo influir, sin duda, en el comportamiento posterior del muchacho.
Muerto el padre, como aún era legalmente menor de edad (19 años), el muchacho no podía dirigir la empresa paterna, la Hughes Tool Company, a pesar de que había heredado el 75% de las acciones (el resto había sido asignado a sus tías, hermanas del ingeniero Hughes). Pero el pequeño Howard se las ingenió para asumir el control total de su imperio, accediendo a casarse sin amor con una mujer propuesta por sus tías.
A partir de entonces, llevó una vida de millonario interesado en diversos proyectos. En la década de los 20 se interesó por el cine. Así, en 1926, Hughes se trasladó a Hollywood, donde produjo Los Ángeles del infierno (1930) y Scarface, el terror del hampa (1932). Fue también responsable del lanzamiento de Jean Harlow y Paul Muni. Inició, además, una interminable serie de relaciones con multitud de mujeres de Hollywood, desde rutilantes estrellas hasta jovencitas desconocidas. Sus películas, por otro lado, le trajeron mil y un problemas con la censura, pues reflejaban una relajación en las costumbres sexuales poco aceptable para la época.
En la década de los 30 creó su propia compañía de aviones, la Hughes Aircraft Company, y se dedicó a batir él mismo varios récordes mundiales (había aprendido a volar a los 14 años). Así, en 1935, a los mandos de un avión diseñado por él mismo, Howard Hughes batió el récord de velocidad y, posteriormente, rebajó el tiempo de viaje de costa a costa de los Estados Unidos a 7 horas y 28 minutos. Posteriormente, en 1938, estableció un récord al dar la vuelta al mundo en menos de cuatro días, concretamente en 91h., 14m. Se convirtió, así, en el héroe americano por excelencia.
Estaba en el momento cumbre de su carrera. Vivía la vida que muchos querían para sí: era millonario, tenía relaciones con las mujeres más fascinantes del momento, era un héroe nacional. Se había convertido, además, en un reflejo de su padre: tenía éxito en sus empresas y conocía a muchas mujeres. Pero casi no tenía relaciones con ellas, era más bien un coleccionista de mujeres: mantenía a cientos de ellas, repartidas por la ciudad, en hoteles, casas, bungalows... Y eso a pesar de que estaba aquejado de una sordera que, con el paso del tiempo, se fue agudizando. Desde la década de los 40 empezó a tener, además, problemas de insomnio que no hicieron más que agudizarse progresivamente.
En 1948 compró las líneas aéreas TWA y la productora cinematográfica RKO, que estaba al borde de la quiebra y que se hundió definitivamente en sus manos. Volvió así a producir películas, actividad que había interrumpido para dedicarse a la aviación. Pero su obsesión por los detalles alargaba los rodajes mucho más de lo necesario. Su fama de excéntrico se agudizó. Invirtió también en la construcción y poseía importantes negocios inmobiliarios en Nevada, así como hoteles y casinos en ese mismo Estado.
De talante reservado, Hughes fue protagonista, a principios de los 50, de un sonado escándalo cuando se descubrió que su autobiografía, publicada en varios periódicos y revistas, era falsa y escrita sin su consentimiento. Se convirtió, pues, en el centro de numerosos rumores y leyendas. Por otra parte, los negocios empezaron a irle mal. Como accionista mayoritario de la empresa de aviación TWA, Hughes se enfrentó al comité antimonopolio, que falló en su contra. Por estos años, tenía ya una amplia red de espías que controlaban no sólo los movimientos de sus diversas amantes, sino también de sus socios y amigos.
Desde 1971, acusado en innumerables procesos judiciales, se autoexilió de los Estados Unidos. Durante los últimos años de su vida, y con el objetivo de pasar desapercibido, cambió de domicilio de forma incesante en innumerables ocasiones. Así, en 1971, se trasladó a Managua (Nicaragua), por cuestión de negocios y se hospedó en el Intercontinental. En él, alquiló el séptimo piso para él solo; y el sexto, con 26 habitaciones, y parte del octavo para sus empleados. Nunca salía de la habitación. Sentía asco de todo y, por eso mismo, dormía en una cámara de oxígeno. Según testimonio de los empleados del hotel, siempre lo acompañaban su médico, su enfermera y su chef. Nadie entraba a su habitación y sus acompañantes pasaban la ropa sucia y la basura abriendo apenas la puerta. Los recipientes que dejaban en el piso del corredor estaban llenos de algodones y jeringas. Andaba en silla de ruedas y cuando salía del hotel lo hacía por el área de servicio, tapado con una sábana blanca y en un carrito. Dejó Managua poco después del gran terremoto de 1972.
Acapulco fue su siguiente destino y uno de sus sitios favoritos. También pasaba mucho tiempo encerrado y rodeado de sus guardaespaldas. Se aisló por completo del mundo exterior en su escritorio, conservando su orina en innumerables botellas y dejándose crecer la barba y las uñas de una manera grotesca. Incluso se quedó a oscuras por temor a que la luz lo contaminara. Además, pesaba sólo 49 kilos, porque también para tomar los alimentos seguía ciertos rituales que le llevaban horas.
Dice la leyenda que Howard Hugues era un perfeccionista y cuidaba de sus actrices (y de sus respectivas "aldabas") con un cariño ligeramente enfermizo... llegando al punto de obligar a los chófers de las señoritas a conducir a menos de 10 km/h, ya que estaba convencido de que los cotidianos frenazos y acelerones de los automóbiles podían desestabilizarles el tejido de sus glándulas mamarias y él quería que en sus pelis todos los escotes luciesen impecables.
Para los especialistas, lo que aquejó al excéntrico multimillonario Howard Hughes fue un trastorno obsesivo-compulsivo. Asi, resulta sorprendente que, estando obsesionado por la limpieza, terminase viviendo en su retiro de Acapulco, entre papeles y basura. Pero, tal vez, fuese porque era tan fuerte su obsesión, que su compulsión por asearse se volvió desgastante para él. Tanto, que al final prefirió no hacerlo; por eso terminó con las uñas largas, el cabello sucio y almacenando todo lo que su cuerpo deshechaba, con tal de evitar cualquier relación contaminante. Pero, a pesar de su situación desahogada, Hughes no recibió nunca un tratamiento contra el TOC. La explicación puede ser que la terapia cognitivo-conductual, la única que ha dado resultados efectivos contra este trastorno, comenzó a desarrollarse apenas en los años 50, cuando en él ya estaba muy avanzado el trastorno.
En Acapulco H. Hughes pasó sus últimos días. Un empleado lo recuerda con una bata china y las uñas curvas y muy largas, al igual que el cabello.
En Acapulco H. Hughes pasó sus últimos días. Un empleado lo recuerda con una bata china y las uñas curvas y muy largas, al igual que el cabello.
El 5 de abril de 1976, completamente autorrecluído en una suite de un prestigioso hotel de Acapulco, Hughes agoniza. Toman un avión hacia el Hospital Metodista de Houston, pero nada se puede hacer ya por él. Se cree que pudo haber fallecido en pleno vuelo, o incluso antes de salir de México.Ya en Houston, los médicos pudieron ver un cuerpo de aspecto muy envejecido y muy delgado, con una larga barba y con las uñas muy crecidas. A causa de su reclusión, y por culpa de la grave desatención autoinflingida, estaba irreconocible, por lo que el FBI tuvo que identificarle con sus huellas dactilares.La causa de la muerte fue un fallo renal, según la autopsia, que también certificó una severa desnutrición, así como detalles escabrosos como los trozos de agujas hipodérmicas rotas que tenía metidas bajo la piel de sus brazos. Aunque sus riñones fallaron, el resto de órganos estaban perfectamente sanos.De este modo, el otrora empresario millonario y héroe nacional, vencedor de la muerte en varias ocasiones, terminó su impresionante vida.El 7 de abril fue enterrado en el panteón familiar del histórico Cementerio Glenwood de Houston.
Increíblemente interesante
ResponderEliminarvi la pelicula el aviador y di caprio como siempre lo represento de una manera fabulosa , la vida de este ser es interesante creo que la madre tuvo mucho que ver con sus obseciones.
ResponderEliminarcon todo el dinero que tuvo no pudo saber que es lo que tenia ya que la psicologia en esos tiempos no estaba tan avanzada ,hoy se hubiese tratado y asi no hubiese muerto se esa manera tan miserable.
LA SORPRENDENTE VIDA DE HOWARD HUGUES
ResponderEliminarFUE UN VISIONARIO Y UN PORTENTO DE LOS ALCANCES DEL ESPIRITU HUMANO
ResponderEliminarMuy buena biografia...sin embargo...la vida de HOWARD se podria resumir en el texto de ECLESIASTES 1:2 VANIDAD DE VANIDADES...TODO ES VANIDAD...
ResponderEliminarla vida de Howard Hugues siempre me ha parecido muy enigmatica
ResponderEliminarexcelente biografia me gustaría saber mucho mas de el de su infancia adolescencia y madures
ResponderEliminarexcelente biografia me gustaría saber mucho mas de el de su infancia adolescencia y madures
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarExcelente biografia, demasiado inteligente realmente genial...
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarOtro Errol Flynn....Fascinantes.
ResponderEliminarvivio. todo!aviador productor de cine mujeres...peliculas.. y mira k viene a morir..solo tanta plata....y bueno. ese fue su DESTINO....
ResponderEliminar