Entrevista con Alejandro Jodorowsky y Leonora Carrington
Dos surrealistas en México
por Octavio Avendaño
Alejandro Jodorowsky ha filmado películas como El ladrón del arco iris, Santa sangre y El topo, clásicos dentro del cine de culto. Además es escritor, mimo, actor, psicomago, tarotista y chamán. Llegó a México tras un período de seis años al lado de mimo francés Marcel Marceu. Actualmente reside en París.
—En la colonia Cuautémoc lo llamaban "El Ruso" por su apellido. ¿Qué anhela de aquel México de los años cincuenta?
—Anhelo sobre todo el entusiasmo que yo tenía para batallar contra tanto censor, sindicato ladrón, licenciado abusivo, periodistas ignorantes, artistas celosos. No me fue fácil. Me tuve que imponer. Escaparme por una ventana del teatro porque me querían linchar, coleccionar cada día los insultos que me otorgaban los pasquines, soportar que me clausuraran algunas obras, ser tratado de degenerado porque monté comedias del premio Nobel Samuel Beckett y de Ionesco, Arrabal, Strindberg, etcétera. Echo de menos la embriaguez de la pelea no hipócrita: insultos abiertos, guaruras que me encierran, burlas acerca de mis películas: Fando y Lis es bautizada "Fango y Chis" (Bueno, también se burlaban de Salvador Novo, llamándolo por su homosexualidad Nalgador Sobo). Fue una época deliciosa. El público era entusiasta, noble, agradecido, y no se fijaba en las críticas. Por eso triunfó El diario de un loco, Las sillas, Zaratustra, H3O y tantas otras.
Alejandro Jodorowsky pasa a "formar parte de la cultura artística mexicana"; cuando llega a México ya había conocido a André Bretón en París y se desempeña como ayudante de Marceau: "Creo el Teatro de Vanguardia. Escándalos. Peleas. Gran actividad artística con pintores y escritores y actores... Pongo en escena Penélope de Leonora Carrington. Asisto al cumpleaños de Buñuel."
—En su reciente libro El Maestro y las Magas refleja una Leonora Carrington maga. ¿Qué aprendió de ella y qué le enseñó usted?
—De ella aprendí la libertad poética, el sentido del Tarot y la magia. Aprendí a admirar al espíritu de una mujer genial. No tengo la menor idea de lo que le pude enseñar. Con toda probabilidad, nada. Yo era un joven artista y ella una mujer consagrada y madura. Quizás le comuniqué un entusiasmo por el teatro.
—¿Sigue teniendo contacto con la señora Carrington?
—En el mundo exterior, no. En mi espíritu nunca he dejado de estar en contacto con ella. Fue un ser que llevo en mí mismo como un benéfico tatuaje.
—¿Practica aún aquel Tarot que le enseñó Leonora Carrington?
—No; Leonora Carrington jugaba con el Tarot pero no conocía su esencia. Usaba un Tarot hippie, el de White, especie de compendio angloamericano de un mal gusto prerrafaelita. Supongo que le gustaba por sus barrocos símbolos... Eso sí, Leonora me enseñó que lo que veía en esas cartas era el secreto: es decir, ellas actuaban como espejos. Más tarde, cuando trabajé con el Tarot de Marsella, el único auténtico Tarot, me di cuenta de la profundidad infinita de tal sagrado instrumento. Profundidad que nunca ha tenido el surrealismo.
—¿Sigue enamorado, por decirlo de alguna forma de la señora Carrington?
-Nunca estuve enamorado de ella. Nuestras relaciones no fueron ni románticas ni sexuales. Leonora, aparte de ser una bella mujer, era un maestro espiritual. La admiré como nunca había admirado a un artista. Regresé a México sólo porque ella estaba ahí.
—¿Por qué le devolvió el cuadro que le había regalado?
—No sabía que se supiera que yo le había devuelto el cuadro a Leonora. Era una magnífica obra de gran tamaño. Debe de haber tenido un muy alto precio. Como es natural entre artistas, a causa de una diferencia de parecer respecto a Penélope —no nos vimos durante el montaje de la obra—, fue un detalle absurdo del que no tengo ya el recuerdo, nos peleamos. Para demostrarle que yo no era un individuo vulgar, interesado en explotarla guardando un cuadro valioso, se lo fui a dejar a su casa; abrió la puerta, deslicé el cuadro sin mostrarme y me fui. Nunca más la volví a ver. Orgullo estúpido.
—¿Cómo define a Leonora Carrington?
—La más genial de las artistas surrealistas.
Leonora Carrington se integra al movimiento surrealista en 1936 con Max Ernst y André Breton. Llega a México en 1942 por el hostigamiento nazi, y es el periodista mexicano Renato Leduc quien la trae desde España al país. Ya en México se reúne con los surrealistas europeos exiliados: Benjamín Péret, Luis Buñuel, Wolfgana Paalen, Alice Zahon y su gran amiga, Remedios Varo.
"Me gustaría deshacerme de las ilusiones. A mí lo que me fascina es tratar de acercarme a lo real, pero no sabemos nada. Y hoy vivo entre el aburrimiento y la vergüenza de pertenecer a un género animal como el ser humano. Por eso me gustaría ser un elefante, pero salvaje, no dejarme de nadie; aunque la tortura continúa, dentro de la poca libertad que logré", Reclama Leonora Carrington.
"El animal humano es un animal desgraciado y feroz, como los horrores cometidos el siete de junio en Londres y por los cometidos por alemanes. Además de que cualquier discriminación es estúpida y peligrosa. Uno puede tenerle antipatía a un individuo, pero no poner una masa y discriminarla.
"Todo acabó con Max Ernst porque Hitler persiguió a los artistas surrealis-tas y por eso era necesario huir. Fue cuando Picasso me presenta a Renato Leduc y es en Madrid, por casualidad, que lo encuentro y es cuando me voy con él, primero a Nueva York y después aquí, México, donde me encuentro con mi mejor amiga de la vida, Remedios Varo, que era muy alegre, siempre tenía sentido del humor. Por cierto, su obra tiene que quedarse aquí, en México, porque aquí pintó y vivió mucho tiempo.
"Cuando llegué a México me recibieron muy bien, y llegué agradecida por-que era enemiga del grupo surrealista ale-mán. Mi primera casa la tuve en Mixcoac, era muy chiquita, pero la gente era amable. Recuerdo que paseaba mucho por el centro y La Merced. Ahora voy al supermercado ¡Imagínese!... ¡Qué excitante!
"No me gusta hablar de mi pintura o de la pintura en general porque es algo muy abstracto, muy subjetivo. No hay nada qué explicar. A mí me gusta leer novelas policíacas y me interesa mucho la física cuántica, del mundo subatómico y soy sumamente ignorante. Yo veía la televisión hasta que quitaron Discovery Channel, era el único que yo veía, por los animales. Mi corazón está con mis hijos y en México, he vivido aquí por más de sesenta años, de México me gusta mucho su comida y La Llorona. Ahora hago la lucha de vivir conmigo misma, que no es muy fácil."
—¿Y Alejandro Jodorowsky?
—Yo tenía una gran amistad con él cuando llegó aquí. Me acaba de llegar un libro de él (El Maestro y las Magas), pero aún no lo he leído.
Decalogo Jodorowsky
1. Cuando dudes de actuar, siempre entre "hacer" y "no hacer" escoge hacer. Si te equivocas tendrás al menos la experiencia.
2. Escucha más a tu intuición que a tu razón. Las palabras forjan la realidad pero no la son.
3. Realiza algún sueño infantil. Por ejemplo: si querías jugar y te hicieron adulto antes de tiempo, ahorra unos 500 euros y ve a jugarlos a un casino hasta que los pierdas. Si ganas, sigue jugando. Si sigues ganando, aunque sean millones, sigue hasta que los pierdas. No se trata de ganar sino de jugar sin finalidad.
4. No hay alivio más grande que comenzar a ser lo que se es. Desde la infancia nos endilgan destinos ajenos. No estamos en el mundo para realizar los sueños de nuestros padres, sino los propios. Si eres cantante y no abogado como tu padre, abandona la carrera de leyes y graba tu disco.
5. Hoy mismo deja de criticar tu cuerpo. Acéptalo tal cual es sin preocuparte de la mirada ajena. No te aman porque eres bella. Eres bella porque te aman.
6. Una vez por semana, enseña gratis a los otros lo poco o mucho que sabes. Lo que les das, te lo das. Lo que no les das, te lo quitas.
7. Busca todos los días en el diario una noticia positiva. Es difícil encontrarla. Pero, en medio de los acontecimientos nefastos, siempre, de manera casi imperceptible, hay una. Que se descubrió una nueva raza de pájaros; que los cometas transportan vida; que un nene cayo desde un quinto piso sin dañarse; que la hija de un presidente intento suicidarse en el océano y fue salvada por un obrero del cual se enamoro y se casaron; que los jóvenes poetas chilenos bombardearon con 300.000 poemas, desde un helicóptero, a La Moneda, donde fue eliminado allende, etc.
8. Si tus padres abusaron de ti cuando pequeño/a, confróntate calmadamente con ellos, en un lugar neutro que no sea su territorio, desarrollando cuatro aspectos: 'Esto es lo que me hicieron. Esto es lo que yo sentí. Esto es lo que por causa de aquello ahora sufro. Y esta es la reparación que pido'. El perdón sin reparación no sirve.
9. Aunque tengas una familia numerosa, otórgate un territorio personal donde nadie pueda entrar sin tu permiso.
10. Cesa de definirte: concedete todas las posibilidades de ser, cambia de caminos cuantas veces te sea necesario.
miércoles, 10 de junio de 2009
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