Toda Alemania ha seguido con un increible interés los escasos 3 años de vida del oso más famoso del mundo. La historia del oso kunt vende más ejemplares de periodicos y ocupa más minutos en televisión que la polituca o los deportes. Esta es una historia de celebración de la vida, el amor y la muerte, contada en tres pequeños episodios que han conmovido a medio mundo ( salvo a españa) .
El oso Knut se hizo definitivamente famoso cuando el respetado Frank Albrecht, un afamado activista que lucha desde hace años por los derechos de los animales en Alemania, declaró al Der Spiegel que había que matarlo. Knut era el primer oso polar que nacía en un zoológico alemán desde los años 80, y en la época en que el Spiegel entrevistó a Albrecht, poco más que una bola blanca y peluda con ojos. Una bola, además, graciosa, el paradigma de lo mono. Pero había que matarlo. De una inyección, para ahorrarle dolor.
"El zoo tiene que matar a ese osezno. Knut sufrirá problemas de comportamiento durante el resto de su vida", señaló Albrecht. La cría había nacido a principios de diciembre sobreponiéndose a un parto difícil que su hermano gemelo no había conseguido superar, y unas horas más tarde se había convertido en un paria: su madre, al igual que muchas osas en circunstancias parecidas, le había repudiado. Las leyes de la naturaleza habían condenado al oso primoroso a morir, y probablemente ahora estaría muerto, y no exhibiéndose como una estrella ante las cámaras de media Europa, si no hubiera aparecido, un poco de la nada, el cuidador de animales Thomas Dorflein.
Dorflein, empleado del zoológico de Berlín, decidió hacerse cargo del oso Knut. Un día de mediados de diciembre se despidió de su esposa, dejó su casa y se instaló con el animal en una diminuta habitación del zoo. Le compró una cesta para que durmiera y un oso gigante de peluche para que no se sintiera extraño. Biberón en mano, Dorflein se propuso salvar al osito suplantando a la madre. Pero entonces apareció Albrecht y dijo que si la naturaleza, con su habitual sabiduría, había decidido que el animal muriera, había que dejarlo morir; y, ya que era demasiado tarde para eso, había que matarlo. De lo contrario, advirtió, será un inadaptado en el mundo de los osos. Matemos pues al osito Knut. No es difícil imaginar a Dorflein abrazando con angustia a su hijastro en un rincón de la improvisada caverna, decidido a protegerlo con su vida en caso de que alguien se presentara con la orden de aplicarle la inyección letal.
"La crianza por parte de un ser humano no solo va en contra de la naturaleza, sino que contraviene la ley alemana de protección animal", dijo Albrecht. Sus declaraciones no solo fueron respaldadas de inmediato por varias protectoras de animales --para sorpresa de muchos alemanes--, sino que convirtieron al bueno de Knut en una celebridad. Un oso monísimo lucha por sobrevivir. Millones de personas empezaron a seguir por internet los avatares del osezno mientras los responsables del zoo se preguntaban qué iban a hacer con él si los cuidados de Dorflein le permitían superar las primeras semanas, las más críticas. El animal salió en las portadas de casi todos los diarios alemanes y se convirtió en un asunto nacional. Alemania estaba derretida con el osito. Hasta Annie Leibovitz, la fotógrafa, se apareció un día por el zoo y le hizo unas fotos para una campaña de protección del medio ambiente.
Tanta simpatía no podía sino salvar la vida del oso Knut. Finalmente, el zoo de Berlín decidió dejarle vivir y ayer, superadas las semanas críticas, el oso más famoso de Alemania se presentó en sociedad. En el zoo había más de 500 periodistas
"El zoo tiene que matar a ese osezno. Knut sufrirá problemas de comportamiento durante el resto de su vida", señaló Albrecht. La cría había nacido a principios de diciembre sobreponiéndose a un parto difícil que su hermano gemelo no había conseguido superar, y unas horas más tarde se había convertido en un paria: su madre, al igual que muchas osas en circunstancias parecidas, le había repudiado. Las leyes de la naturaleza habían condenado al oso primoroso a morir, y probablemente ahora estaría muerto, y no exhibiéndose como una estrella ante las cámaras de media Europa, si no hubiera aparecido, un poco de la nada, el cuidador de animales Thomas Dorflein.
Dorflein, empleado del zoológico de Berlín, decidió hacerse cargo del oso Knut. Un día de mediados de diciembre se despidió de su esposa, dejó su casa y se instaló con el animal en una diminuta habitación del zoo. Le compró una cesta para que durmiera y un oso gigante de peluche para que no se sintiera extraño. Biberón en mano, Dorflein se propuso salvar al osito suplantando a la madre. Pero entonces apareció Albrecht y dijo que si la naturaleza, con su habitual sabiduría, había decidido que el animal muriera, había que dejarlo morir; y, ya que era demasiado tarde para eso, había que matarlo. De lo contrario, advirtió, será un inadaptado en el mundo de los osos. Matemos pues al osito Knut. No es difícil imaginar a Dorflein abrazando con angustia a su hijastro en un rincón de la improvisada caverna, decidido a protegerlo con su vida en caso de que alguien se presentara con la orden de aplicarle la inyección letal.
"La crianza por parte de un ser humano no solo va en contra de la naturaleza, sino que contraviene la ley alemana de protección animal", dijo Albrecht. Sus declaraciones no solo fueron respaldadas de inmediato por varias protectoras de animales --para sorpresa de muchos alemanes--, sino que convirtieron al bueno de Knut en una celebridad. Un oso monísimo lucha por sobrevivir. Millones de personas empezaron a seguir por internet los avatares del osezno mientras los responsables del zoo se preguntaban qué iban a hacer con él si los cuidados de Dorflein le permitían superar las primeras semanas, las más críticas. El animal salió en las portadas de casi todos los diarios alemanes y se convirtió en un asunto nacional. Alemania estaba derretida con el osito. Hasta Annie Leibovitz, la fotógrafa, se apareció un día por el zoo y le hizo unas fotos para una campaña de protección del medio ambiente.
Tanta simpatía no podía sino salvar la vida del oso Knut. Finalmente, el zoo de Berlín decidió dejarle vivir y ayer, superadas las semanas críticas, el oso más famoso de Alemania se presentó en sociedad. En el zoo había más de 500 periodistas
Knut, el ya famoso bebé de oso polar del zoo de Berlín, recibió ayer una carta anónima amenazante que activó la alarma en el centro y obligó a extremar las medidas de seguridad en torno al animal. El diario alemán Bild informa de que el zoológico recibió un mensaje por fax escrito a mano y supuestamente enviado por un detractor de los animales en el que se podía leer: "¡Knut está muerto! El jueves a mediodía".
Afortunadamente, el plazo indicado no se cumplió y el mediático Knut sigue sano y salvo. "Está seguro y con buen ánimo", explicó uno de los encargados del zoo de Berlín, Ragnar Kuehne, después de que la amenaza no se cumpliese. La policía de la capital alemana aseguró que había investigado una carta con amenazas, pero que no parecía nada serio.
El jefe de negocios del zoo, Gerald Uhlich, informó de que los agentes les habían dicho "que este tipo de cosas suelen ocurrir con personalidades destacadas, pero que en este caso no teníamos porque estar preocupados". No obstante, Bild indica que el zoo aumentó a 15 los responsables de la seguridad del pequeño oso polar.
"¡Amenaza de muerte, protección policial para Knut!" era el titular de portada del citado diario, encima de una fotografía del animal con semblante triste saliendo de detrás de un árbol.
Una docena de personas vigilaban ayer el lugar en el que vive el animal en el zoo, rodeado por la multitud de curiosos y admiradores que se agolpan día tras día para observar los movimientos del osito. Una hora antes del momento indicado en el texto anónimo, Knut jugueteaba tranquilo como de costumbre con su cuidador, Thomas Doerflein.
Afortunadamente, el plazo indicado no se cumplió y el mediático Knut sigue sano y salvo. "Está seguro y con buen ánimo", explicó uno de los encargados del zoo de Berlín, Ragnar Kuehne, después de que la amenaza no se cumpliese. La policía de la capital alemana aseguró que había investigado una carta con amenazas, pero que no parecía nada serio.
El jefe de negocios del zoo, Gerald Uhlich, informó de que los agentes les habían dicho "que este tipo de cosas suelen ocurrir con personalidades destacadas, pero que en este caso no teníamos porque estar preocupados". No obstante, Bild indica que el zoo aumentó a 15 los responsables de la seguridad del pequeño oso polar.
"¡Amenaza de muerte, protección policial para Knut!" era el titular de portada del citado diario, encima de una fotografía del animal con semblante triste saliendo de detrás de un árbol.
Una docena de personas vigilaban ayer el lugar en el que vive el animal en el zoo, rodeado por la multitud de curiosos y admiradores que se agolpan día tras día para observar los movimientos del osito. Una hora antes del momento indicado en el texto anónimo, Knut jugueteaba tranquilo como de costumbre con su cuidador, Thomas Doerflein.
El cuidador del zoo berlinés Thomas Dörflein, quien durante meses ejerció de "madre adoptiva" del famoso oso polar Knut, apareció muerto en una vivienda de la capital alemana, según han informado este lunes fuentes policiales.
Dörflein sufría una grave enfermedad desde hacía cierto tiempo y por el momento la policía investiga las circunstancias de su fallecimiento, aunque no hay indicios ni de suicidio ni de la intervención de otra persona.
La imagen del cuidador se convirtió casi en tan popular como la del propio Knut, el oso polar que nació en cautividad en diciembre de 2006 y al que su madre rechazó, por lo que fue alimentado con biberón en sus primeros meses de vida.
El animal se erigió en poco tiempo en una mascota oficiosa de Berlín y también de la lucha contra el cambio climático, en tanto que representante de una especie amenazada.
En los primeros meses de vida, Knut y su cuidador hacían varios "pases" diarios para los visitantes del zoo, que se agolpaban ante el recinto destinado al más famoso oso polar del mundo.
Al cumplir un año, Dörflein fue separado del animal, por considerarse peligroso para su integridad física, puesto que había dejado de ser un tierno osezno para convertirse en un ejemplar adulto.
Dörflein sufría una grave enfermedad desde hacía cierto tiempo y por el momento la policía investiga las circunstancias de su fallecimiento, aunque no hay indicios ni de suicidio ni de la intervención de otra persona.
La imagen del cuidador se convirtió casi en tan popular como la del propio Knut, el oso polar que nació en cautividad en diciembre de 2006 y al que su madre rechazó, por lo que fue alimentado con biberón en sus primeros meses de vida.
El animal se erigió en poco tiempo en una mascota oficiosa de Berlín y también de la lucha contra el cambio climático, en tanto que representante de una especie amenazada.
En los primeros meses de vida, Knut y su cuidador hacían varios "pases" diarios para los visitantes del zoo, que se agolpaban ante el recinto destinado al más famoso oso polar del mundo.
Al cumplir un año, Dörflein fue separado del animal, por considerarse peligroso para su integridad física, puesto que había dejado de ser un tierno osezno para convertirse en un ejemplar adulto.
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