martes, 13 de octubre de 2009

El Hombre Lobo en la historia

Repasemos diferentes hipotesis, através de la historia, sobre este mito

“….piernas ulceradas al desplazarse a cuatro patas, sed excesiva, ojos y lengua secos y agrietados al disminuir o desaparecer la producción de saliva y lágrimas, visión pobre, palidez, vagabundeo nocturno compulsivo, sobre todo en torno a cementerios, y aullar hasta el amanecer….”
(Paulus Aegineta, Alejandría, siglo VII d.c)

“Pretende que en algunas temporadas tiene la desgracia de convertirse en lobo y entonces, contra su voluntad, se ve obligado a desgarrar a su prójimo con uñas y dientes; para lograrlo se revuelca en la arena, condición antecedente a su transfiguración...”
(Reseña de la causa formada en el Juzgado de Allariz contra Manuel Blanco Romasanta, 1852)


Desde la Antigüedad la transmutación del hombre al lobo (zoomorfismo licantrópico) ha generado una gran fascinación, prueba de la misma son las numerosas referencias que aparecen en textos clásicos (Ovidio, recuerda que Júpiter transformó en Hombre-Lobo a Licaon) y bíblicos (Daniel relata la transformación de Nabucodonosor tras una aparente melancolía).
Paralelos a esta fascinación discurren los intentos de explicar el porque de esta transformación. Inicialmente, en el mundo clásico y el paleocristianismo,las explicaciones serán de tipo moral – espiritual. Posteriormente, y con la llegada de las tesis defendidas por el Malleus Malleficorum, la licantropía pasa a formar parte de las estrategias del diablo para corromper el alma y el cuerpo de los hombres, y la transformación se hace más corporal y menos simbólica.

La tradición gallega cuenta que el séptimo hijo de una familia compuesta exclusivamente por varones puede ser saudador (saludador) o lobishome (hombre lobo). En ambos casos, la característica viene dada por nacer el día de Viernes Santo o la noche de Nochebuena. La diferencia estriba en que el saudador tiene grabados en el paladar los signos evidentes de su condición (una cruz o una rueda de Santa Catalina), mientras que el lobishome carece de ellas. Para evitar que se desarrollen las condiciones de hombre lobo, el niño debe ser apadrinado por uno de sus hermanos. En caso contrario, lo poseerá el espíritu melancólico y se verá abocado, los viernes a media noche, a abandonar su hogar, desprenderse de sus ropas humanas y convertirse en lobo. La tradición dice que recorrerá siete aldeas, una por cada uno de sus hermanos, tirando en cada aldea una de las siete pieles con que se cubre. Otras tradiciones dicen que recorre siete fuentes, siete montes y siete puentes. Volverá a su forma humana cuando alguien le haga sangrar o queme alguna de las pieles que le cubren. La creencia en hombres lobos fue exportada a América del Sur, parece ser que por los descubridores portugueses, pues una manera de librar al séptimo hijo varón de su sino es bautizarle con el nombre de Bieito, tal y como se acostumbra en las islas Azores.

La llegada de la Ilustración implica la aparición, o redescubrimiento, de explicaciones médicas al fenómeno licantrópico; numerosas son las causas que se invocan como responsables: la Sífilis, la Rabia, la Porfiria, la Epilepsia o las Intoxicaciones por Belladona o Estramonio (entre otras) son algunos de los ejemplos. Finalmente, la Psiquiatría tampoco se ha visto ajena a este intento de encontrar una etiología a la licantropía. Tal y como destaca Mosehly (1999) se habían descrito en esa fecha más de 24 casos en la literatura médica, utilizando búsquedad de Medline y PsycLIT. En numerosos artículos se relaciona esta zoomorfosis con diagnósticos psiquiátricos como la Melancolía, la Esquizofrenia, la Histeria, los Trastornos Facticios, las Personalidades Límites, el Retraso Mental y las Alteraciones del Lóbulo Frontal.

Distintas posibilidades de encuadre psicopatológico para la licantropía (tomado de GARCÍA & ESPERÓN, y modificado):
a) Como ideación delirante: El paciente cree ser un lobo.
b) Como alteración conductual: El paciente se comporta como un lobo.
c) Como alteración psicopática de la personalidad: El paciente dice que no tiene más remedio que comportarse como un lobo.
Puede justificar crímenes planeados simulando ser víctima de un maleficio que lo convierta en lobo con utilización de las creencias populares en beneficio propio y el agravante de heteroagresividad en rango de homicidio con dudosa resonancia afectiva en el autor de las consecuencias de sus actos. Serían los que en la historia de la psiquiatría se denominaron degenerados morales. Otras alternativas implicarían a la simulación como mecanismo en otros trastornos de la personalidad.

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